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Un ominoso quinto mandato para Vladimir Putin

FT View© 2024 The Financial Times Ltd.

Por: FT View© 2024 The Financial Times Ltd. | Publicado: Jueves 21 de marzo de 2024 a las 04:00 hrs.
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La procesión electoral del pasado fin de semana para ungir a Vladimir Putin para un quinto mandato -24 años desde que fuera elegido por primera vez como presidente de Rusia en elecciones que todavía eran ampliamente libres-, es emblemática de cuánto daño ha causado el ex funcionario de la KGB dentro de su país, y más allá.

Ha aplastado la competencia política en Rusia y ha devuelto la guerra a gran escala al continente europeo, causando cientos de miles de muertos y heridos. Todo esto es una tragedia, sobre todo, para los pueblos de Ucrania y Rusia. Pero un quinto mandato de Putin es una amenaza para Europa y el mundo. No es la primera vez en la historia de Rusia que la represión interna va de la mano con una política más beligerante en el exterior.

“Como ha ocurrido otras veces en la historia, la represión al interior de Rusia va de la mano con la beligerancia del Kremlin en el exterior”.

Las últimas elecciones han sido aún más una farsa que las anteriores, ya que la mayoría de los rivales reales están exiliados, encarcelados o muertos. El oponente más formidable de Putin, Alexei Navalny, murió en un gulag del Ártico —o fue asesinado, de hecho, por el sistema— hace un mes. En el pasado, el Kremlin permitió que algunos candidatos seleccionados de la oposición se presentaran a las elecciones presidenciales en una apariencia de competencia. Esta vez, Boris Nadezhdin, cuya campaña algunos inicialmente sospecharon que fue sancionada desde arriba, fue proscrito por las autoridades después de que su postura pacifista mostró señales de obtener un apoyo significativo.

Cuando se trata de la economía, el Kremlin de Putin desperdició hace mucho tiempo la oportunidad de canalizar los enormes ingresos provenientes de los recursos naturales hacia la diversificación y la modernización. La resiliencia de Rusia frente a las sanciones internacionales refleja en gran medida su éxito en poner la economía en pie de guerra, invirtiendo el gasto estatal en la producción de armas. Sin embargo, el daño a largo plazo ocasionado por la pérdida de los mercados occidentales para la energía rusa —lo cual desencadenará un éxodo de empresas extranjeras e incurrirá en sanciones que pueden persistir mucho después de la guerra— será inmenso.

El inicio del conflicto ha traído una ruptura definitiva y peligrosa con los países euroatlánticos. Ha dejado a Moscú cada vez más dependiente de una alianza con China que es muy desigual y escasa de confianza. La necesidad de armas ha obligado al Kremlin a profundizar sus vínculos con socios dudosos como Irán y Corea del Norte. Y desde la no tan misteriosa muerte del líder mercenario amotinado Yevgeny Prigozhin en un accidente aéreo, Putin parece haber recuperado el control doméstico, a pesar de los signos de nerviosismo oficial en torno a las elecciones.

La capacidad de Occidente para influir en los acontecimientos dentro de Rusia es limitada. Sin embargo, debe hacer más para poner presión sobre la maquinaria de guerra de Moscú aplicando mejor las sanciones y persuadiendo a los países en desarrollo de la necesidad de implementarlas también. La tarea más importante es reconstruir las defensas occidentales como elemento disuasorio y brindar a Ucrania todo el apoyo que necesita. Garantizar que Putin no prevalezca es la mejor manera de disuadirle de ir más lejos. Y el fracaso de su mal concebida guerra sigue siendo lo que más probablemente impedirá que su quinto mandato se extienda a un sexto.

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